Después de varios días de expectativa por la supuesta segunda aparición de Jesucristo en la tierra pregonada por una secta religiosa asentada en una población rural del norte de Colombia, sus cerca de tres mil habitantes se quedaron esperando "el fin del mundo".
Humildes viviendas dispuestas de manera desordenada en calles sin pavimentar por donde fluyen a cielo abierto aguas negras debido a que no tienen servicio de alcantarillado; Isabel López es una población rural del departamento caribeño del Atlántico, en donde feligreses de la congregación evangélica Berea anunciaron que hoy era el día del "juicio final".
Además de generar una natural incredulidad en sus habitantes, el supuesto mensaje bíblico de un pastor religioso de la ciudad de Barranquilla para que se congregaran en una precaria edificación del pueblo a esperar la segunda venida de Cristo se convirtió hoy en el tema de conversación, e incluso de burla.
La noticia, que hace dos semanas se regó por todo el pueblo, fue conocida por las autoridades del municipio de Sabanalarga, al que pertenece el caserío Isabel López, que de inmediato se apersonaron en el lugar, incluso con la intervención del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, que se llevó a los siete menores de edad que estaban dentro del templo.
Una de las características que tienen los feligreses congregados en la iglesia Berea es que hacen parte de los mismos grupos familiares porque si no comparten su fe los presionan para que sus parientes abandonen la vivienda materna.
"Yo tengo dos tías y un sobrino dentro de esa iglesia, además de mi esposa, a quien excluyeron hace poco porque le dijeron que estaba contaminada porque mi hijo no profesaba su fe", dijo a Efe Johnny Angulo cuando narraba la preocupación en el pueblo por lo que puedan hacer los miembros de la congregación.
Angulo expresó su preocupación por la decisión tomada por varios de sus familiares de vender sus pertenencias porque, según ellos, ya no las iban a necesitar y anotó que en todo el pueblo temen que pueda ocurrir una desgracia entre los integrantes de la Iglesia Berea.
El personero del municipio de Sabanalarga, Luis Fernando Moreno, quien he hecho acompañamiento desde el momento en que se conoció el caso, afirmó que, dentro del respeto por las creencias religiosas, las autoridades deben garantizar la seguridad de las personas que hacen parte de la congregación religiosa.
Desde la víspera un nutrido grupo de personas se apostó frente a la vivienda que sirve como templo a la congregación evangélica Berea, cuyos integrantes llevaban más de dos semanas ayunando para "limpiarse" y que en la "nueva llegada del Mesías" estuvieran libres de pecados.
La Policía, funcionarios del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF, que se encarga de la niñez), y una gran cantidad de vecinos y curiosos se agolparon en la estrecha callejuela bajo un inclemente sol a la espera del desenlace de una historia que comenzó desde finales del año pasado.
El pastor Gabriel Alberto Ferrer Ruíz, profesor de lingüística de la Universidad del Atlántico, presentó su carta de renuncia ante la rectoría de la institución en la cual decía que tuvo "una orden directa que me dio el Señor Todopoderoso". A partir de ahí se dedicó a preparar a los feligreses para lo que debía ocurrir hoy.
Mientras en Isabel López sus habitantes esperaban que ocurriera algo que no pasó, en Barranquilla, a la residencia Ferrer llegaron la Policía, el ICBF, y la Procuraduría para verificar la presencia de otras personas congregadas para recibir la "segunda llegada de Jesucristo".
El Comandante Operativo de la Policía Distrito Norte, coronel Alex Suárez, dijo que tras la inspección al inmueble se pudo determinar que hay ocho personas de las cuales dos son menores de edad.
"Las personas que están dentro del inmueble están voluntariamente y a motu proprio. No hay nadie retenido a la fuerza y están todos en perfectas condiciones físicas y de salud", precisó el oficial.
Al final del día el pastor Ferrer publicó un video en el cual negó que los integrantes de su comunidad vayan a cometer un suicidio colectivo.